Han sido muchas, muchísimas las películas que tratan o del fin del mundo, o del fin de la civilización como la conocemos, o de los días después y sus consecuencias. No por obvio es menos cierto que la que más se relaciona con el fin del mundo maya es "2012", estrenada en 2009.
En "Soy Leyenda" (I am legend, 2007), una vacuna contra el cáncer ha curado la enfermedad, pero con algún que otro efecto secundario; transforma a toda la población mundial en vampiros rabiosos. Vamos, lo mismo que pasa con el capitalismo neoliberal, pero sin trajes caros y de noche. El único que es inmune es Will Smith (y su perra). El clima que se crea es de auténtico aislamiento y claustrofobia, a pesar de que el tío tiene todo el mundo para él (de día), y vive en New York (una faena no poder salir de noche). Impagables las escenas iniciales de la caza por el centro de Manhattan. Sin duda, de las cintas más acongojantes (por no cambiar un par de letras).
Sin hablar de las historias de asteroides, que me parecen un poco aburridas (sí, también "Armageddon"), mencionaré una que me parece muy entretenida y que introduce elementos sobrenaturales, "El Fin de los días" (End of Days, 1999), donde el mismísimo Satanás con pinta de Gabriel Byrne visita New York (todo pasa en New York o Los Angeles, si vives en Utah o en Cuenca no hay fin del mundo para tí), y un "Jesucristo" con forma de Arnold Schwarzenegger le tiene que parar los pies, los cuernos y el rabo. Se estrenó coincidiendo con la entrada del año 2000, con todo el mundo pendiente del "efecto 2000" y del fin de la civilización porque a alguien se le había olvidado programar las cifras de los años en el software correctamente bla bla bla...
Hay muchas más, por supuesto. Eras glaciares, tsunamis, terremotos, etc. De todos modos, si queremos ver una peli realista sobre el fin del mundo, recomiendo "Una verdad inconveniente" (An Inconvenient Truth, 2006), documental de Al Gore, donde el presidente de EEUU (ganó las elecciones de 2000) expone el peligro real e inminente que supone el calentamiento global con pelos y señales.
Así que ni asteroides, ni el sol, ni el fin del calendario maya. El enemigo está en casa y somos todos los parásitos de este hermoso planeta que nos hemos cargado en 200 años. Ojalá el fin del calendario maya sea verdaderamente un cambio de conciencia hacia cómo deberíamos tratar el planeta y a nosotros mismos.
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