Ben Affleck es ya un director a ser tenido muy en cuenta. "Argo" es su tercer largometraje. No he visto los otros dos, ni sus cortos, pero en este demuestra un pulso narrativo tremendamente efectivo. En una palabra, te tiene pegado a la butaca todo el tiempo sin poder despegar los ojos de la pantalla. Y eso es la marca de un gran director y de una gran película; atrapar al espectador en los primeros 5 minutos. Siempre sabes cuando estás en buenas manos, y en el caso de "Argo", lo estás desde que empieza hasta que acaba. Sorprendentemente, no ha sido nominado al Oscar al mejor director de 2012, error subsanado por su Globo de oro hace una semana justo. No he visto las demás, pero lo merece.
La historia está basada en hechos reales. Con las comprensibles licencias dramáticas, narra la odisea de 6 funcionarios de la embajada americana en Teheran que se logran escapar y no son tomados como rehenes en la crisis de 1979 que tumbó la presidencia de Carter. Sin saber exáctamente lo que pasa al final es mejor, por supuesto, pero la película funciona igualmente si se sabe cómo acaba históricamente el incidente.
De manera absolutamente inteligente, Affleck deja claro desde el principio que esto no es una peli de buenos y malos. En un montaje de imagenes de archivo da un motivo más que válido nada más empezar del cabreo de los fundamentalistas islámicos que de hecho fue lo que provocó la revolución que llevó a Jomeini al poder. Tampoco se recrea ni describe a Irán como un país atrasado ni a la gente como medieval, sin dejar de enseñar la realidad del país en toda su crudeza. Al contrario, vemos que la gente es competente, profesional y diversa, y dibuja un Irán no tan alejado como pueda parecer en un principio de los mismos EEUU. Se aleja de estereotipos y simplicidades para ofrecer una imagen compleja de un país que es complejo y diverso.
El guión es soberbio y funciona como un mecanismo de relojería para dar toda la información relevante en los momentos precisos, y mantener la tensión. Digno de tío Oscar.
La ambientación de la época es simplemente perfecta. Estás en 1979-1980. Todos los detalles están ahí; la ropa, los peinados, el tabaco en las oficinas, los muebles, los posters, las televisiones, las cámaras... No es fácil, y muchas películas fallan en ambientar épocas relativamente recientes. Mucho más sencillo los años 30. Unos trajes, un par de coches consiguen el truco.
La historia de la película dentro de la película es maravillosa y el tono de comedia para las escenas de Hollywood está perfectamente dosificado para aliviar la tensión. Y eso es lo más difícil. Siempre se dice que hacer comedia es más difícil que hacer drama, y que hacer las dos cosas a la vez es el más difícil todavía, porque es retratar la vida tal cual es: comedia y drama.
La interpretación de Affleck es muy buena por su contención; a base de miradas, gestos tranquilos, sin aspavientos, en planos de segundos, logra contar exáctamente cómo se siente su personaje en cada momento. Los secundarios están todos maravillosos; Alan Arkin como productor, John Goodman como el personaje real de John Chambers, el hombre detrás de los efectos visuales de "El Planeta de los Simios", y los actores desconocidos (hasta ahora) que hacen de los diplomáticos.
Merecidísimo el Globo de Oro a la mejor película no musical del año, y para Affleck como director. Salí del cine pensando que "Lincoln" posiblemente no me guste más que esta gran película.
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