Sí, es la peor de las tres. O mejor dicho, la menos buena. Es más irregular que las otras dos, eso sí, pero tiene grandísimos momentos, tan icónicos como en las demás. También tiene momentos un poco metidos con calzador y algo teatrales.
Un poco de historia. Después da la segunda parte, Coppola se fue a Filipinas a realizar "Apocalypse Now" y casi no vuelve (eso para otro día). Ya metido en los 80 se dedicó a hacer películas muy personales, como "Corazonada" (One from the heart, 1982), "La ley de la calle" (Rumble Fish, 1984), y otras más accesibles, como "Cotton Club" (1984), "Peggy Sue se casó" (Peggy Sue got married, 1987) o "Tucker" (1988). Pero a finales de la década nuevamente tenía problemas financieros y necesitaba un éxito como los de los 70. Y cedió a los deseos de Paramount Pictures, que habían intentado sacar adelante una tercera parte de la saga de diversas formas sin él, a cada cual más demencial (se habló de Sylvester Stallone y de John Travolta).
Reunido nuevamente con Mario Puzo, se dispuso a contar el último capítulo, lo que él quería llamar "La muerte de Michael Corleone", un título realmente apropiado que no pudo usar al final. Siempre hubo un paralelismo entre él y Michael, y en 1989 era un hombre de mediana edad con demonios que exorcizar. No los de Michael, por supuesto, pero se sintió inspirado para hablar de redención.
De eso trata esta película, de redimirse de los pecados cometidos. Los mejores momentos dan vueltas a esta idea: Michael pide perdón a su ex mujer, quiere liberarse a toda costa de los vínculos con la Mafia, e incluso le pide perdón a Dios. También se da la paradoja de que cuanto más trata de expandir sus negocios legales, pensando que todo será limpio, más corrupción se encuentra. De hecho, la banca vaticana le estafa a los Corleone 600 millones de dolares. Pero Michael ya no tiene fuerza. Y ahí entra Vincent Mancini.
Se puede decir que Vincent ya sale en la primera parte al principio, al ser producto de la aventura de Sonny Corleone con una dama de honor en la boda de su hermana Connie. Desde luego es un Corleone de los pies a la cabeza, cosa que Michael, evidentemente pensando en la sucesión, capta desde que le pone los ojos encima. En un principio recuerda a su padre Sonny, por su desmedido pronto latino. Pero inmediatamente después nos recuerda a al aguerrido Vito de la segunda parte al lidiar con dos matones en una secuencia de lo mejor de la película, y más tarde tiene la frialdad del propio Michael, aunque también el calor humano de Fredo. Y Andy Garcia consigue transmitir todo eso y más, es el actor que más brilla. La escena del traspaso de poderes está resuelta en la mejor tradición de Coppola y emociona.
Talia Shire está solo correcta, y sorprende su nuevo rol de "madrina", dando órdenes de matar cuando Michael está enfermo. No obstante, algunas de sus escenas sobran. Parece más su hermano Francis regalandole alguna escena que un intento de hacer avanzar la historia.
Sofia Coppola hace de Mary Corleone. Entró en el último momento en el reparto sustituyendo a Winona Ryder que, sinceramente, no pegaba ni con cola. A pesar de las críticas, Sofia encaja mucho más. Sí, se nota que es su primera película, pero está acertada en casi todas sus escenas, y lleva el peso del romance con Andy García de manera muy creible. Y lleva el cine en las venas como ha demostrado luego. Ah, también era el bebé en el bautizo de la primera parte.
Al Pacino parece muy diferente a las anteriores partes. Es él, pero no es el mismo Michael. Vale, me lo creo. La gente cambia, y el personaje ha cambiado en los 20 años que no le hemos visto. Digamos que se ha caído la mascara de hielo que llevaba puesta desde que mató a Sollozo en la primera parte. 30 años después, es un hombre roto por dentro y más afable por fuera. En su cara se puede leer todo lo que ha sufrido, y él mismo le explica a su ex mujer que lo hizo todo porque amaba a su padre y a su familia, y estaban todos en peligro.
El final de "El Padrino III" puede que sea incluso mejor que el final de la segunda parte, y está a la altura del bautizo de la primera. En el montaje paralelo de la opera "Cavalleria Rusticana" y los ajustes de cuentas de los baqueros y el arzobismo, unido al intento de asesinato del propio Michael se consigue un ritmo y una tensión impresionantes. Todo ello desemboca en la tragedia última para Michael: su hija recibe la bala que iba para él y muere en sus brazos en la escalera de la ópera de Palermo. El grito ahogado de Michael en un tour de force de montaje de imagen y sonido es de lo mejor no de esta película, del cine en general. Ahí Michael muere, si no literalmente, sí en espíritu. A partir de entonces, será un zombi. Luego vemos su muerte física, pero ha muerto con su hija.
Francis Ford Coppola también perdió a su hijo Gio en los 80, con lo que expresó en su arte lo que había sentido en su vida. Seguramente él también murió un poco. Así cerró la trilogía, el Padrino muere, pero hay un nuevo Padrino, un nuevo comienzo. Sabemos que Vincent seguirá adelante. ¿Le veremos alguna vez más?